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Todo aquel que se dedica al diseño gráfico y cualquier profesión creativa es por vocación. No conozco aún a nadie que trabaje en este terreno por necesidad o por imposición. Este hecho se debe a un factor común que creo define en gran parte nuestra actitud: La curiosidad y afán por aprender.

En el momento que nos enfrentamos a un nuevo proyecto debemos conocer sobre qué vamos a diseñar y resolver el problema de comunicación que el cliente nos ha planteado, para ello es fundamental aprender y recoger toda la información posible de diferentes fuentes (la información más importante nos la debe dar el cliente, aunque no siempre será así) para más adelante, con toda la documentación sobre la mesa, ver que enfoque es el más adecuado para conseguir el objetivo marcado.

Esta tarea puede parecer la más aburrida en el proceso hasta conseguir nuestra pieza gráfica, pero realmente es todo lo contrario. Nos hace abrir la mente y mantenerla en alerta ante todo lo que vemos o leemos, buscando en internet, en la biblioteca, a través de libros o revistas todas las referencias posibles. Incluso experiencias, viajes personales, o vivencias que hayamos tenido nos pueden ayudar en nuestra tarea como diseñadores gráficos, para luego expresar de una manera visual el mensaje que queremos transmitir. La creatividad puede estar en cualquier rincón.

Además nos encontramos también ante la (bendita) necesidad de estar actualizados ante los avances tecnológicos que día a día surgen en la publicidad: nuevos soportes, nuevas tendencias, nuevas metodologías, etc… que nos hace estar continuamente formándonos académicamente.

Somos personas culturalmente inquietos, que disfrutamos con nuestro trabajo y el de los demás, plasmando sobre el papel las ideas que nos puedan surgir.

El ADN del diseñador gráfico, 4.5 out of 10 based on 2 ratings Categoría/s: Opinion